viernes, 31 de julio de 2009

Hoy, mientras comía escuchaba una canción que dice así:

Como los pájaros perdidos, que vuelan ciegos sobre el mar
a confundirse con un cielo, que nunca más podré recuperar.
Vuelven de nuevo los recuerdos, las horas jóvenes que dí
y desde el mar llega un fantasma, hecho de cosas que amé y perdí.

Y un poema de Pedro Salinas golpeteaba insistente mi cabeza, eran pedazos de explicaciones que iban cayendo junto con la melodía, así que bueno, decidí leerlo de nuevo y les dejo un poco de quien, a mi parecer, fué uno de los escritores más intensos de nuestro idioma.
Es bien bonito compartirlo con quien uno quiere, así que si se animan recomiendo:

Váyanse a la playa, armense un buen menú pa' cenar rico, cárguense un buen vino y repelente para mosquitos, y por ahí de la media noche, cuando la voz del mar se vuelve como un silbidito, léale uste' a aquel (ó aquella, según sea el caso) este intenso pedazo de cariño.. a decir verdad nunca lo he hecho, pero el panorama suena rico, ¿a poco no?.


¿Serás, amor
un largo adiós que no se acaba?
Vivir, desde el principio, es separarse.
En el primer encuentro
con la luz, con los labios,
el corazón percibe la congoja
de tener que estar ciego y solo un día.
Amor es el retraso milagroso
de su término mismo;
es prolongar el hecho mágico
de que uno y uno sean dos, en contra
de la primer condena de la vida.
Con los besos,
con la pena y el pecho se conquistan
en afanosas lides, entre gozos
parecidos a juegos,
días, tierras, espacios fabulosos,
a la gran disyunción que está esperando,
hermana de la muerte o muerte misma.
Cada beso perfecto aparta el tiempo,
le echa hacia atrás, ensancha el mundo breve
donde puede besarse todavía.
Ni en el llegar, ni en el hallazgo
tiene el amor su cima:
es en la resistencia a separarse
en donde se le siente,
desnudo, altísimo, temblando.
Y la separación no es el momento
cuando brazos, o voces,
se despiden con señas materiales:
es de antes, de después.
Si se estrechan las manos, si se abraza,
nunca es para apartarse,
es porque el alma ciegamente siente
que la forma posible de estar juntos
es una despedida larga, clara.
Y que lo más seguro es el adiós.

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